martes, 17 de octubre de 2017

Elizebeth Friedman, rompedora de códigos.

Alan Turing tiene su propia película; THE IMITACION GAME, e incluso ha recibido el reconocimiento por su labor en los departamentos de Inteligencia ingleses que no recibió en vida. Todo el mundo sabe que puso los rudimentos de la programación informática. Por el contrario Elizebeth Friedman no tiene película. Nadie sabe quién es esta mujer ni que gracias a ellas los países de América del Sur no cambiaron su neutralidad por un apoyo al régimen totalitario de Hitler.

Libro: La mujer que destripó los códigos.
Autor: Jason Fasons.
Entrevistador: Simon Worrall.
Adapta: José Félix Morales.

¿Qué te atrajo hacia la historia de una criptógrafa tan desconocida como Elizebeth Friedman, Jason?

Hace 100 años Elizebeth destacaba en un mundo de hombres como la criptografía. Aprendió a descifrar mensajes secretos sin saber la clave. A eso, en el mundo de la criptografía, se le llama romper los códigos.
No era matemática sino poetisa. Pero durante la Prohibición rompió los códigos radiofónicos cifrados de los contrabandistas de alcohol. Mandó a la cárcel a hampones de la mafie judía como los hermanos Ezra e incluso declaró en Nueva Orleans contra tres lugartenientes de Al Capone. De esa época, hay mucho material de prensa porque a una persona sin ánimo de notoriedad - y menos en un asunto de contrabando de alcohol- se le llamaba a testificar para qué explicase cómo había descifrado los códigos de los contrabandistas. El resultado era que Al Capone mandaba cambiar las claves y había que volver a empezar desde cero con la ruptura de códigos.

Has dicho que Elizebeth Friedman era poetisa. ¿Cómo se metió entonces en el mundo de la criptografía?

Tuvo un mentor en Riverbank: George Fabyan. Era un industrial textil excéntrico de la Edad Dorada que creía que las tragedias de Shakespeare no habían sido escritas por él. Pensaban que eran obra de uno de los contemporáneos de Shekespeare, Francis Bacon.
Fabyan creía que Bacon había introducido claves en obras como Julio César o Hamlet y pidió a una estudiante de filología inglesa que le ayudara. Ahí entra en escena, a los 25 años, la señorita Friedman. Los estudiantes apadrinados por Fabyan reunieron todo lo que se había escrito en inglés sobre códigos secretos y lo estudiaron. Fue el inicio de la criptografía norteamericana, porque durante la Primera Guerra Mundial los militares habían desechado tener un departamento de ruptura de códigos.

Hoy, la mayoría del descifrado se hace mediante algoritmos informáticos. ¿Cómo trabajaba Elizebeth Friedman en un periodo anterior a los ordenadores?

Probando los códigos que existían desde tiempos de Julio César e inventando nuevas maneras de cifrar, en compañía del que sería su marido, William Friedman. Usaban lápiz y papel.

Háblanos de la lucha de Elizebeth contra las redes nazis en Sudamérica.

Elizebeth seguía luchando contra el contrabando para la Guardia Costera en verano de 1939. Es entonces cuando sus superiores empiezan a enviar a los Friedman mensajes cifrados con claves conocidas pero que no hablan de contrabando en absoluto.
Por esa época, Turing está tratando de descifrar los códigos de la Máquina Enigma con unas máquinas llamadas Bombe. Rochefort, un norteamericano, está trabajando con las claves de cifrado japonesas, emitidas por las máquinas Roja y Púrpura.
La labor militar de Elizebeth, en ese mundo de hombres con uniforme, es descifrar todos los mensajes de las redes de Siegfried Becket, considerado el espía más peligroso de los alemanes por el FBI de Edgar Hoover. Becket quería que sus agentes apoyaran a diplomáticos y militares sudamericanos que tomaran decisiones que llevaran a romper la neutralidad de los países del cono sur de América, llegando incluso a hablar entre dientes de intentonas golpistas. La información descifrada por los Friedman acabó con esas redes y sus planes.

William Friedman fue recordado como uno de los fundadores de la NSA y Elizebeth, su esposa, fue olvidada.

Eso fue en parte por el afán de protagonismo de Hoover. Después de la guerra dijo que todo el trabajo de contraespionaje en Sudamérica había sido llevado a cabo bajo su dirección cuando en realidad, sin Elizebeth y sus informes no habría sabido hacia dónde encaminar sus esfuerzos. Clasificaron sus informes y le amenazaron con un proceso judicial si hablaba, aunque fuera a sus nietos.
William Friedman tuvo más suerte, aunque no mucha más. Fundó la NSA en 1952 junto con otros criptógrafos. La dejó por las mismas razones que Edward Snowden. Creía que estaba clasificando demasiada información, tanta que podía, en malas manos, poner en peligro la democracia.

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