martes, 11 de julio de 2017

Las locas anécdotas de los vigilantes de los museos.

MUSEO NAVAL DE MADRID.

Llevo seis años trabajando aquí. Yo tengo muy claro que a quien más les gusta este museo es a los hombres, tanto que muchas veces se pierden entre sus salas; como es tan grande... Más de una vez se me ha acercado una esposa desesperada para que llame a su marido por megafonía. !Lo había perdido! En verano estamos muy pendientes de los extranjeros, muchos se quitan los zapatos y caminan descalzos por el museo. Naturalmente les llamamos la atención para que se calcen. Mi sala preferida y la que recomiendo, sin duda, es la Sala del Real Patronato. Tampoco hay que perderse la Carta de Juan de la Cosa, del año 1500, que es el mapa más antiguo del continente americano que se conserva".

MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO.

Llevo aquí 14 años y la zona donde estoy más a gusto es la que llamamos la "parte antigua", sobre todo la Sala de los Impresionistas. Hay momentos inolvidables. Recuerdo a un chico que vino tres días seguidos. El primero estuvo desde las diez de la mañana hasta que desalojamos, a las ocho menos diez. Al día siguiente, al abrir, otra vez estaba en la puerta. Nosotros nos preguntábamos: "¿No come?¿Se alimenta de arte". Y al día siguiente volvió por la mañana y se marchó a las tres. Se sentaba delante de los cuadros y se quedaba horas, mirándolos y sin decir nada, totalmente concentrado"

MUSEO NACIONAL DEL PRADO.

Hace poco yo estaba vigilando en la Sala de las Pinturas Negras, justo a la entrada, cuando vi salir a un hombre de unos 45 años que caminaba marcha atrás, como despidiéndose de las pinturas. Cuando me fijé vi que lloraba. Me contó que había visitado la sala cuando era un niño con su abuelo y que le habían dejado huella para siempre. Su emooción me conmovió. Llevo solo dos años como vigilante del Museo, pero una de las cosas que más me choca es la vestimenta de algunos. Hemos tenido monjes budistas y gheisas con su maquillaje blanco. Pero uno de los visitantes más singulares fue uno que hizo literalmente "una visita a la carrera". Llegó con el cuerpo aún sudoroso y vestido para correr. Entró como una exhalación a mis salas y las vio a paso ligero sin detenerse lo más mínimo a contemplar los detalles de ningún cuadro. A este ritmo debió de realizar toda la visita. Apenas media hora más tarde vi como abandonaba el Museo. ¿Mi obra preferida? EL JARDÍN DE LAS DELICIAS del Bosco, una de las obras más misteriosas de todos los tiempos.

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