miércoles, 7 de junio de 2017

¿Héroe o desertor?

Entre la máxima condecoración y el pelotón de fusilamiento apenas se interponía un papel, que el soldado Meritt intentó tener bien oculto. Su historia es una conmovedora peripecia de la Primera Guerra Mundial no tan alejada del caso del soldado Bergdhal liberado por Obama. La delicada frontera entre heroísmo y traición en tiempos de guerra.

Mañana del 20 de abril de 1920. Un grupo de soldados y oficiales británicos acuden al Palacio de Buckingham para ser condecorados por el propio rey Jorge V por su comportamiento en las trincheras. Uno de ellos es Walter Lancelot Merritt. y desearía no haber destacado tanto. No es que no se merezca la medalla, sino que si rellena los formularios para recibirla se descubrirá que no existe fuera del Ejército. Ha desertado de una unidad que no tenía previsto entrar en combate para poder volver a alistarse con un nombre falso en otra y poder combatir en el frente.
Walter había nacido en 1896 en Toowoomba, un pueblecito australiano, de padres alemanes. Cuando estalló la guerra dejó su puesto de ayudante en una carnicería y corrió a alistarse. Pero el clima hacia los colonos australianos de origen alemán era de sospecha. Se decía que su lealtades estaban con el Kaíser Guillermo mas que con Jorge V Sajonia Coburgo y que si tenían que enfrentarse con soldados que hablaban su idioma y compartían sus referentes culturales, no se desempeñarían a fondo.
Walter, tras muchas quejas, es enviado a Gran Bretaña en una unidad que no pisará el frente, la 55 Brigada de Artillería. En Gran Bretaña hace vida cuartelaria pero no se les forma para nada que pueda hacer daño a un soldado de la Triple Alianza en el frente. Por lo que una noche abandona el cuartel y compra un billete de tren para Londres. Se compra ropa de civil, se presenta en una oficina de reclutamiento y dice que es el aspirante a soldado Walter Lancelot Merritt. El último apellido era el de casada de una de sus hermanas.
El 14 de marzo de 1916 consigue su objetivo y parte en barco hacia Francia. En mayo lo hieren en brazos y piernas, pero en cuanto puede regresa a su puesto. Destaca por sus dotes de liderazgo, así que lo retiran del frente y lo envían a una escuela de oficiales en Irlanda. Como todos los días mueren oficiales y suboficiales a tropel en la tierra de nadie hay que suplir los huecos. Es fácil llegar a oficial si tienes madera de tal, pero tienes que aprender rápido o morir. Merritt ya es teniente. Más tarde, tras nuevas hazañas en Flandes, es enviado a estudiar como enlace de Inteligencia. Los instructores se preguntan si ese joven tan misterioso sabe guardar secretos... Si se lo imaginaran...
El 28 de septiembre de 1918 Walter se comporta como un héroe. Bajo un intenso fuego de artilleria, vestido con un peto rojo para servir de referente sobre hacia dónde deben avanzar para sus hombres, se lanza contra las líneas alemanas. Su grupo asalta una trinchera enemiga y captura a 38 enemigos. Pero Merritt ha sido alcanzado en una pierna y será preciso amputarla.
En uno de los hospitales de campaña se encuentra con uno de sus antiguos compañeros de la 55 Brigada de Infantería. Le pregunta por conocidos comunes en Toowoomba en alemán. El se hace repetir la pregunta en inglés y niega conocer a nadie ni saber que existe una isla llamada Australia. Pero cuando sus superiores le recomiendan para la Cruz Militar le entran sudores fríos. Tiene derecho a una pensión de inválido de guerra y para cobrarla debe rellenar unos formularios. Pero él no existe fuera del ejército. Ni siquiera estaba previsto inventarse una vida como civil. Así que escribe al rey Jorge V explicando sus circunstancias, le pide perdón y seguir siendo Merritt. El soldado Schwartz puede regresar a Toowoomba y cobrar su pensión pero no utilizar el nombre de Merritt.

Para leer:

A GERMAN TOMMY: THE SECRET OF A WAR HERO.
Ken Anderson.
Editado por Pen & Sword Military. (2010)

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